Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/245

Esta página no ha sido corregida
241
 

paso para la Provenza cuando la necesidad los forzare a la vuelta. Confirmábase su esperanza con la crecida del río, que venía tan caudaloso por las nieves derretidas, que por ningún paraje parecía poderse vadear.

LVI. Enterado César de estas cosas, determinó darse priesa, para que si al echar puentes se viese precisado a pelear, lo hiciese antes de aumentarse las fuerzas enemigas. Porque dar a la Provenza la vuelta, eso ni aun en el último apuro pensaba ejecutarlo, pues que se lo disuadían la infamia y la vileza del hecho, y también la interposición de las montañas Cebenas y aspereza de los senderos; sobre todo, temía por Labieno y las legiones que con él estaban. Así que a marchas forzadas, continuadas día y noche, arribó cuando menos se le esperaba a las orillas del Loire, y hallado por los caballos un vado, según la urgencia, pasadero, donde los brazos y los hombros quedaban libres fuera del agua lo bastante para sostener las armas, puesta en orden la caballería para quebrantar el ímpetu de la corriente, y desconcertados a la primera vista los enemigos, pasó sano y salvo el ejército, y hallando a mano en las campiñas trigo y abundancia de ganado, abastecido de esto el ejército, disponese a marchar la vuelta de Sens.

LVII. Mientras pasa esto en el campo de César, Labieno, dejadas en Agendico, para seguridad del bagaje, las reclutas recién venidas de Italia, marcha con cuatro legiones a París, ciudad situada en una isla del río Sena. A la noticia de su arribo acuCOMENTARIOS.-TOMO 16