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XL. César, que siempre se había esmerado en favorecer a los Eduos, entrando en gran cuidado con esta novedad, sin detenerse saca de los reales cuatro legiones a la ligera y toda la caballería. Por la priesa no tuvo tiempo para reducir a menos espacio los alojamientos (1), que el lance no sufría dilación. Al legado Cayo Fabio, con dos legiones, deja en ellos de guarnición. Mandando prender a los hermanos de Litavico, halla que poco antes se habían huído al enemigo. Hecha una exhortación a los soldados sobre que no se les hiciese pesado el camino siendo tanta la urgencia, yendo todos gustosísimosandadas veinticinco millas, como avistasen el ejército de los Eduos, disparada la caballería, detiene y embaraza su marcha, y echa bando que a ninguno maten. A Eporedórix y Viridomaro, a quienes tenían ellos por muertos, da orden de mostrarse a caballo y saludar a los suyos por su nombre. Con tal evidencia, descubierta la maraña de Litavico, empiezan los Eduos a levantar las manos y hacer señas de su rendición, y depuestas las armas, a pedir por merced la vida. Litavico, con sus devotos (que, según fuero de los Galos, juzgan alevosía desamparar a sus patronos aun en la mayor desventura), se refugió en Gergovia.

XLI. César, después de haber advertido por cartas a la república eduana que por beneficio suyo vivían los que pudiera matar por justicia, dando tres (1) Siendo el ámbito grande y pocos los soldados, se hacía más difícil la defensa, como se vió poco después.