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pondió él en esta forma: "Que si partió fué por falta de forraje y a instancias de ellos mismos; el haberse acercado a los Romanos fué por la seguridad que le daba la ventaja del sitio, que por sí mismo estaba bien guardado; que la caballería de nada hubiera servido en aquellos pantanos, y fué útilmente empleada en el lugar de su destino; que de propósito, al partirse, a ninguno entregó el mando, temiendo no se arriesgase al combate por instigación de la chusma, a lo cual veía inclinados a todos, por la demasiada falta de energías y el poco aguante para el trabajo.

Los Romanos, si es que vinieron por acaso, dad gracias a la fortuna; si alguien los convidó, dádselas a éste, pues que, mirándolos de alto, pudisteis enteraros de su corto número y valor, que, no osando combatir, se retiraron vergonzosamente a los reales; que muy lejos estaba de pretender el reino de mano de César, teniéndole en la suya con la victoria, que él y todos los Galos daban por cierta. Todavía les perdonaba si pensaban no tanto recibir de él la libertad y la vida, cuanto hacerle mucha honra. 'Y para que veáis, dice, que hablo la pura verdad, escuchad a los soldados romanos." Saca unos prisioneros hechos pocos días antes en las dehesas, transidos de hambre y de las cadenas, los cuales, de antemano instruídos de lo que habían de responder, dicen "ser soldados legionarios; haber huído de los cuarteles forzados del hambre y laceria, por si podían encontrar por esos campos un pedazo de pan o carne; estar todo el ejército reducido a la misma miseria: ni hay quien pueda tenerse en pie ni sufrir las fatigas; y