Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/193

Esta página no ha sido corregida
189
 

señas que le dieron éstos, va volando al paraje donde decían estar Ambiórix con unos cuantos caballos.

En todo vale mucho la fortuna, y más en la guerra.

Pues como fué gran ventura de Basilo cogerle descuidado y desprevenido y ser visto de aquellos hombres antes que supiesen nada de su venida, así fué no menor la de Ambiórix en poder escapar, aunque después de ser despojado de todo el armamento, carros de guerra y caballos que tenía consigo. Su dicha estuvo en que sus compañeros y sirvientes detuvieron un rato el ímpetu de nuestra caballería dentro del recinto de su palacio, el cual estaba cercado de un soto, como suelen estarlo las casas de los Galos, que, para defenderse de los calores del estío, buscan la frescura de florestas y ríos. Con esto, mientras pelean los demás, uno de sus criados le hizo montar a caballo, y él, huyendo, se perdió de vista en el bosque. Así la fortuna mostró su mucho poder en meterle y sacarle del peligro.

XXXI. Dúdase si Ambiórix dejó de juntar sus tropas de propósito, por haber creído que no serían necesarias, o si, por falta de tiempo y nuestra repentina llegada, no pudo hacerlo, persuadido a que venía detrás el resto del ejército. Lo cierto es que despachó luego secretamente correos por todo el país, avisando que se salvasen como pudiesen. Con eso unos se refugiaron a la selva Arduena, otros entre las lagunas inmediatas, los vecinos al Océano, en los islotes que suelen formar los esteros. Muchos, abandonada su patria, se pusieron con todas sus cosas en manos de las gentes más extrañas. Catu-