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ción; sólo en cada provincia y partido los más sobresalientes administran a los suyos justicia y deciden los pleitos. Los robos hechos en territorio ajeno no se tienen por reprensibles, antes los cohonestan con decir que sirven para ejercicio de la juventud y destierro del ocio. Si es que alguno de los principales se ofrece en el concejo a ser capitán, convidando a los que quieran seguirle, se alzan en pie los que aprueban la empresa y la persona, y prometen acompañarle, y el pueblo los vitorea; los que no cumplen lo prometido son mirados como desertores y traidores, quedando para siempre desacreditados. Nunca tienen por lícito el violar a los forasteros; los que van a sus tierras por cualquier motivo, gozan de salvoconducto y son respetados de todos: ni hay para ellos puerta cerrada, ni mesa que no sea franca.

XXIV. En lo antiguo los Galos eran más valientes que los Germanos, y les movían guerras; y por la multiplicación de la gente y estrechez del país, enviaban colonias al otro lado del Rhin. Así fué que los Volcas Tectosages (1) se apoderaron de los campos más fértiles de Germania en los contornos de la selva Hercinia (de que veo haber tenido noticia Eratostenes y algunos Griegos, que la llaman Orcinia); fundaron allí pueblos, y hasta el día de hoy (1) Créese que salieron de las tierras de Narbona y de Tolosa. Otra colonia enviaron al Asia Menor, y la provincia que poblaron se llamó por ellos Gallatia o Gallogracia.

Los Volcas Arecómicos eran distintos de éstos de la merindad de Nemauso, hoy Nimes.