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y adquiridos otros nuevos por el favor de César, pues veían que los que se aliaban con ellos mejoraban de condición y de gobierno; distinguidos y privilegiados en todo los Eduos, perdieron los Sequanos el principado. En su lugar sucedieron los Remenses, que, como privaban igualmente con César, los que por enemistades envejecidas no podían avenirse con los Eduos, se hicieron del bando de los Remenses, los cuales procuraban protegerlos con todo empeño. Así sostenían la nueva dignidad a que de repente habían subido. La cosa, por fin, estaba en términos que los Eduos gozaban, sin disputa, el primer lugar, y el segundo los Remenses.

XIII. En toda la Galia dos son los estados de personas de que se hace alguna cuenta y estimación.

Los plebeyos son mirados como esclavos, que por sí nada emprenden, ni son jamás admitidos a consejo.

Los más, en viéndose adeudados o apremiados del peso de los tributos o de la tiranía de los poderososse dedican al servicio de los nobles, que con ellos ejercitan los mismos derechos que los señores con sus esclavos. De los dos estados, uno es el de los druidas, el otro de los caballeros. Aquéllos atienden al culto divino, ofrecen los sacrificios públicos y privados, interpretan los misterios de la religión. A su eseuela concurre gran número de jóvenes a ins truirse. El respeto que les tienen es grande. Ellos son los que sentencian casi todos los pleitos del común y de los particulares; si algún delito se comete, si sucede alguna muerte, si hay disensión sobre herencia o sobre linderos, ellos son los que deci