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mente se usa entre los Romanos. Así hace que la marcha tenga apariencias de huída. También de esto avisan sus espías a los enemigos antes del alba, estando como estaban tan cercanos a nuestras tiendas.

VIII. No bien nuestra retaguardia había desfilado de las trincheras, cuando los Galos unos a otros se convidan a no soltar la presa de las manos; ser por demás, estando intimidados los Romanos, esperar el socorro de los Germanos, y, contra su decorono atreverse con tanta gente a batir un puñado de hombres, y ésos fugitivos y embarazados. En resolución, atraviesan el río y traban batalla en lugar harto desfavorable. Labieno, que lo había adivinadollevando adelante su estratagema, caminaba lentamente hasta tenerlos a todos de esta parte del río.

Entonces, enviando algún trecho adelante los bagajes y colocándolos en un ribazo: "He aquí, dice, oh soldados, la ocasión que tanto habéis deseado: tenéis al enemigo empeñado en paraje donde no puede revolverse; mostrar ahora bajo mis órdenes el esfuerzo de que habéis dado ya tantas pruebas a nuestro jefe; haced cuenta que se halla él aquí presente y os está mirando." Dicho esto, manda volver las armas contra el enemigo, y destacando algunos caballos para resguardo del fardaje, con los demás cubre los flancos. Los nuestros súbitamente, alzando un grande alarido, disparan sus dardos contra los enemigos. Estos, cuando impensadamente vieron ve nir contra sí a banderas desplegadas a los que suponían fugitivos, ni aun sufrir pudieron su carga, y vueltas al primer choque las espaldas, huyeron a