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con grandes promesas a los bandidos y proscritos de la Galia. Y con estas artes se había granjeado tanto crédito en la nación, que le venían embajadas de todas partes a nombre de comunidades y partienlares solicitando su gracia y amistad.

LVI. Cuando él se vió buscado, y que por una parte los de Sens y de Chartres andaban despechados por el remordimiento de su atentado, que por otro los Nervios y Aduátucos se armaban contra los Romanos, y que no le faltarían tampoco regimientos de voluntarios si una vez salía a campaña, convoca una junta general de gente armada. Tal es la usanza de los Galos en orden a emprender la guerra: obligan por ley a todos los mozos a que se presenten armados, y al que llega el filtimo, a la vista de todo el concurso, descuartizanlo. En esta junta Induciomaro hace declarar enemigo de la patria y confiscar los bienes a Cingetórige, su yerno, cabeza del bando contrario, el cual, como se ha dicho, siempre se mantuvo fiel a César. Concluído este auto, publica en la junta cómo venía llamado de los de Sens y Chartres y de otras varias ciudades de la Galia; que pensaba dirigir allá su marcha por el territorio remense, talando sus campos, y antes de esto forzar las trincheras de Labieno, para lo cual da sus órdenes.

LVII. Labieno, estando como estaba en puesto muy bien fortificado por naturaleza y arte, ninguna pena le daba el peligro de su persona y de la legión; andaba, sí, cuidadoso de no perder ocasión de algún buen lance. En consecuencia, informado por Cingetórige y sus allegados del discurso de Induciomaro