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unidos matar a Cavarino, que César les había dado por rey, cuyo hermano, Moritasgo, lo era cuando Cé sar vino a la Galia, como lo habían sido antes sus abuelos. Como él lo barruntase y escapase, lo fueron persiguiendo hasta echarle de su casa y reino, y enviando embajada a César a fin de disculparse, mandando éste comparecer ante sí el Senado, no le obedecieron. Tanta impresión hizo en estos bárbaros el ejemplo de los autores de la rebelión, y troco tanto sus voluntades, que, fuera de los Eduos y Remenses, a quienes César trató siempre con distinción, a aquéllos por su antigua y constante fidelidad al pueblo romano, a éstos por sus buenos oficios en la guerra presente, casi no quedó ciudad de quien podernos fiar. Lo que, bien mirado, quizá no debe causar maravilla, así por otros varios motivos como principalmente porque una nación tenida por superior a todas en la gloria militar, a más de haberla perdidosentía en el alma verse súbdita de los Romanos.

LV. Lo cierto es que Induciomaro y los Trevirenses emplearon todo el invierno en despachar embajadas a la otra parte del Rhin, ganar los pueblos y prometer dineros, asegurándoles ser poquísimos los nuestros, destrozada ya la mayor parte del ejército.

Mas no por eso pudieron persuadir a ninguno a pasar el Rhin, respondiendo todos que, habiéndoles ya salido mal dos veces, en la guerra de Ariovisto y en la transmigración de los Tencteros, no querían aventurarse la tercera. Sin embargo de estas repulsas, Induciomaro empezó a juntar gente de los suyos yde los confinantes, aparejar caballos y enganchar