Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/167

Esta página no ha sido corregida
163
 

ciomaro, que había resuelto asaltar el día siguiente los reales de Labieno, huye aquella noche con todas sus tropas a Tréveris. César hace que Fabio, con la legión, vuelva a sus cuarteles de invierno; él, con tres de ellas, determina invernar en las inmediaciones de Samarobriva en tres distintos alojamientos, y, a causa de tantas sublevaciones de la Galia, mantenerse a la frente del ejército todo aquel invierno, porque con la nueva del desastre de Sabino casi todos los pueblos de la Galia trataban de guerra, despachando mensajes y embajadas por todas partes, con el fin de averiguar cómo pensaban los otros y por dónde se daría principio al rompimiento; tenían sus juntas a deshoras de noche y en parajes ocultos.

Ni hubo día en todo aquel invierno que no fuese de algún cuidado para César, recibiendo continuos avisos de los proyectos y alborotos de los Galos. Uno de ellos le comunicó el legado Lucio Roscio, a quien había dado el mando de la legión décimatercia, y fué que los pueblos llamados Armóricos habían levantado un grueso ejército con fin de atacarle, y ya no distaban de sus cuarteles sino solas ocho millas, cuando, sabida la noticia de la victoria de César, se retiraron tan apresuradamente, que más parecía fuga que no retirada.

LIV. Sin embargo, César, llamando ante sí los principales de cada nación, metiendo a unos miedo con darles a entender que sabía todas sus tramas, y amonestando a otros, tuvo a raya gran parte de la Galia. Todavía los de Sens, república de las primeras entre los Galos en poder y autoridad, intentaron