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no se habían juntado; César, por si pudiese con muestras de temor atraer al enemigo a esta banda del valle y darle la batalla sin mudar de terreno, delante de las trincheras; donde no, sendereada la ruta, pasar el valle y el arroyo con menos riesgo.

La mañana siguiente, la caballería enemiga se acerca a los reales, y trábase con la nuestra. César de intento la manda cejar y retirarse adentro; manda juntamente alzar más la estacada, tapiar las puertas y ejecutar todo esto con grandísimo atropellamiento y apariencias de miedo.

LI. Estimulados con eso los enemigos, pasan su ejército, y se apuestan en mal sitio; y viendo a los nuestros retirarse aún de las mismas barreras, dan un avance, y arrojando de todas partes dardos dentro de las trincheras, a voz de pregonero publican por todos los cantones: "Que cualquiera, sea galo, sea romano, tiene libertad antes de la hora tercia (1) para pasarse a su campo; después de este plazo no habrá más recurso." Y llegó a tanto su menosprecio, que, creyendo no poder forzar las puertas, tapiadas sólo en la apariencia con una somera capa de césped, empezaron unos a querer aportillar el cercado con las manos, otros a llenar los fosos. Entonces César, abiertas todas las puertas, hace una salida, y soltando a la caballería, al punto pone en fuga a los enemigos, de suerte que ni uno solo hizo la menor resistencia, con que mató a muchos de ellos y desarmó a todos.

(1) Según nuestra cuenta, a las nueve de la mañana.

COMENTARIOS. TOMO I.

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