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sazón era la primera persona de su patria, muy bien quisto del pueblo), y le casa con una hija suya. Representábales llana la empresa, puesto que, habiendo él de obtener el mando de los Helvecios, y siendo éstos, sin duda, los más poderosos de toda la Galia, con sus fuerzas y ejército los aseguraría en la posesión de los reinos. Convencidos del discurso, se juramentan entre sí, esperando que, afianzada su soberanía, y unidas tres naciones poderosísimas y fortísimas, podrían apoderarse de toda la Galia.

IV. Luego que los Helvecios tuvieron por algunos indicios noticia de la trama, obligaron á Orgetórige a que diese sus descargos, aprisionado[1] según su estilo. Una vez condenado, sin remedio había de ser quemado vivo. Fijado el día de la citación, Orgetórige compareció en juicio, acompañado de toda su familia, que acudió de todas partes a su llamamiento, en número de diez mil personas[2], juntamente con todos sus dependientes y adeudados, que no eran


  1. Quiere decir que le obligaron a que, atado con cadenas, amarrado con prisiones o aherrojado como estaba, se justificase y diese razón de sí. Este modo de proceder en las causas graves no fué particular de los Helvecios sino conocido también entre los Romanos. Tito Livio refiere un ejemplar en el lib. XXIX, cap. IX.
  2. Este número no debe parecer exorbitante, porque la familia se componía de esclavos, horros o libertos y criados, que servían en casa, cultivaban los campos, pastoreaban los ganados y atendían a las demás haciendas y negocios, que crecían y se multiplicaban a proporción del poder y riquezas del dueño. Igual extensión da Suetonio a la voz familia in Caes., cap. X.