Página:Comentarios de la guerra de las Galias (1919).pdf/153

Esta página no ha sido corregida
149
 

tud de la noche barruntaron su partida, armadas dos emboscadas en sitio ventajoso y encubierto entre selvas, a distancia de dos millas estaban acechando el paso de los Romanos, y cuando vieron la mayor parte internada en lo quebrado de aquel hondo valle, al improviso se dejaron ver por el frente y espaldas picando la retaguardia, estorbando a la vanguardia la subida y forzando a los nuestros a pelear en el peor paraje.

XXXIII. Aquí vieras a Titurio, que nunca tal pensara, asustarse, correr acá y allá y ordenar las filas; pero todo como un hombre azorado que no sabe la tierra que pisa: que así suele acontecer a los que no se aconsejan hasta que se hallan metidos en el lance. Por el contrario, Cota, que todo lo tenía previsto y por eso se había opuesto a la salida, nada omitía de lo conducente al bien común, y, ya llamando por su nombre a los soldados, ya esforzándolos, ya peleando, hacía a un tiempo el oficio de capitán y soldado. Mas visto que, por ser las filas muy largas, con dificultad podían acudir a todas partes y dar las órdenes convenientes, publicaron una general para que, soltando las mochilas, se formasen en rueda, resolución que, si bien no es de tachar en semejante aprieto, produjo muy mal efecto, pues cuanto desalentó la esperanza de los nuestros, tanto mayor denuedo infundió a los enemigos, por parecerles que no se hacía esto sin extremos de temor y en caso desesperado. Además ocurrió que los soldados, como era regular, desamparaban en tropel sus banderas, y cada cual iba corriendo a su lío a sacar y recoger