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Cota y los primeros oficiales: "Norabuena, dijo Sabino, salid con la vuestra, ya que así lo queréis", y en voz más alta, de modo que pudiesen oirle muchos de los soldados, añadió: "No soy yo entre vosotros el que más teme la muerte; los presentes sabrán apreciar mi conducta y la tuya; si acaeciese algún revés, tú solo les serás responsable, y si los dejas, pasado mañana se verán juntos con los demás en los cuarteles vecinos para ser compañeros de su suerte, y no morir a hierro y hambre abandonados y apartados de los suyos." XXXI. Levántanse con esto de la junta, y los principales se ponen de por medio y suplican a emtrambos no aumenten el peligro de la situación con su discordia y empeño; cualquier partido que tomen, o de irse o de quedarse, saldrá bien si todos van a una; al contrario, si están discordes, se dan por perdidos. Durando la disputa hasta media noche, al cabo, rendido Cota, cede. Prevalece la opinión de Sabino. Publícase marcha para el alba. El resto de la noche pasan en vela, registrando cada uno su mochila, para ver qué podría llevar consigo, qué no, de los utensilios de los cuarteles. No parece sino que se discurren todos los medios de hacer peligrosa la detención, y aún más la marcha con la fatiga y el desvelo de los soldados. Venida la mañana, comienzan su viaje, en la persuasión de que no un enemigo, sino el mayor amigo suyo, Ambiórige, les había dado este consejo, extendidos en filas muy largas y con mucho equipaje.

XXXII. Los enemigos, que por la bulla e inquie-