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ferencia que sobre intereses comunes querían poner ciertas condiciones, con que esperaban se podrían terminar las diferencias.

XXVII. Va a tratar con ellos Cayo Arpineio, caballero romano, amigo de Quinto Titurio, con cierto español, Quinto Junio, que ya otras veces por parte de César babía ido a verse con Ambiórige, el cual les habló de esta manera: "Que se confesaba obligadísimo a los beneficios recibidos de César, cuales eran haberle libertado del tributo que pagaba a los Aduáticos, sus confinantes, haberle restituído su hijo y un sobrino, que, siendo enviados entre los rehenes a los Aduáticos, los tuvieron en esclavitud y en cadenas; que en la tentativa del asalto no había procedido a arbitrio ni voluntad propia, sino compelido de la nación; ser su señorío de tal calidad, que no era menor la potestad del pueblo sobre él, que la suya sobre el pueblo; y el motivo que tuvo éste para el rompimiento fué sólo el no poder resistir a la conspiración repentina de la Galia, cosa bien fácil de probar en vista de su poco poder, pues no es él tan necio que presuma poder con sus fuerzas contrastar las del pueblo romano. La verdad es ser éste el común acuerdo de la Galia, y el día de hoy el aplazado para el asalto general de todos los cuarteles de César, con objeto de que ninguna legión pueda prestar ayuda a la otra; como Galos, no pudieron fácilmente negarse a los Galos, mayormente pareciendo ser su fin el recobrar la libertad común.

Mas ya que tenía cumplido con ellos por razón de patriotismo, debía atender ahora a la ley del agra10 COMENTARIOS.-TOMO I.