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de Bretaña, le mandó presentarse con doscientos rehenes. Entregados juntamente con un hijo suyo y todos sus parientes, que los pidió César expresamente, tranquilizó a Induciomaro, exhortándole a perseverar en la fe prometida; mas no por eso dejó de convocar a los señores Trevirenses y de recomendar a cada uno la persona de Cingetorige, persuadido a que, sobre ser debido esto a su mérito, importaba mucho que tuviese la principal autoridad entre los suyos quien tan fina voluntad le había mostrado. Llevólo muy a mal Induciomaro, compren diendo que su crédito se disminuía entre los suyos, y el que antes ya nos aborrecía, con este resenti miento quedó mucho más enconado.

V. Dispuestas así las cosas, en fin llegó César con las legiones al puerto Icio. Aquí supo que se senta naves fabricadas en los Meldas (1) no pudieron por el viento contrario seguir su viaje, sino que volvieron de arribada al puerto mismo de donde saHeron; las demás halló listas para navegar y bien surtidas de todo. Juntóse también aquí la caballería de toda la Galia, compuesta de cuatro mil hombres y la gente más granada de todas las ciudades, de que César tenía deliberado dejar en la Galia muy pocos, de fidelidad bien probada, y llevarse consigo los demás como en prendas, recelándose en su ausencia de algún levantamiento en la Galia.

(1) Su capital era Meaux; César, que había establecido Au arsenal en la desembocadura del Sena, pudo traer estas naves por este río y por la Marne.