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nes. Hecha la entrega, los recibió en su amistad.

Aprestadas y reunidas cerca de ochenta naves de transporte, que a su parecer bastaban para el embarco de dos legiones, lo que le quedaba de galeras repartió entre el cuestor, legados y prefectos. Otros diez y ocho buques de carga, que por vientos contrarios estaban detenidos a ocho millas de allí sin poder arribar al puerto, destinólos para la caballería.

Il resto del ejército dejó a cargo de los legados Quinto Titurio Sabino y Lucio Arunculeyo Cota, para que lo condujesen a los Menapios y ciertos pneblos de los Morinos que no habían enviado embajadores. La defensa del puerto encomendó al legado Quinto Sulpicio Rufo, con la guarnición competente.

XXIII. Dadas estas disposiciones, con el primer viento favorable alzó velas a la media noche, y man16 pasar la caballería al puerto de más arriba, con orden de que allí se embarease y le sigutese. Como ésta no hubiese podido hacerlo tan presto, él con las primeras naos cerca de las diez de la mañana toco en la costa de Bretaña, donde observó que las tropas enemigas estaban en armas ocupando todos aquellos cerros. La playa, por su situación, estaba tan estrechada de los montes, que desde lo alto se podía disparar a golpe seguro a la ribera. No juzgando esta entrada propia para el desembarco, se mantuvo hasta las nueve sobre las âncoras, aguardando los demás buques. En tanto. convocaudo los legados y tribunos, les comunica las noticias que le había dado Voluseno, y juntamente las órdenes de lo que se había de hacer, advirtiéndoles estuviesen