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al Norte, sin embargo, intentó hacer un desembarco en Bretaña, por estar informado que casi en todas las guerras de la Galia se habían suministrado de allí socorros á nuestros enemigos; que, aun cuando la estación no le dejase abrir la campaña, todavía consideraba ser cosa de suma importancia ver por sí mismo aquella isla, reconocer la calidad de la gente y registrar los sitios, los puertos y las calas: cosas por la mayor parte ignoradas (1) de los Galos, pues por maravilla hay quien allá navegue, fuera de los mercaderes, ni aun éstos tienen más noticia que de la costa y de las regiones que yacen frente de la Galia. En efecto, después de haberlos llamado de todas partes, nunca pudo averiguar ni la grandeza de la isla, ni el nombre y el número de las naciones que habitaban en ella, ni cuál fuese su ejercicio en las armas, ni con qué leyes se gobernaban, ni qué puertos había capaces de muchos navíos de alto bordo.

XXI. Para enterarse previamente de todo esto, despachó a Cayo Voluseno, de quien estaba muy satisfecho, dándole comisión de que, averiguado todovolviese con la razón lo más presto que pudiera. Entretanto marchó él con su ejército a los Morinos, porque desde allí era el paso más corto para la Bre taña. Aquí mandó juntar todas las naves de la co(1) También ignoraban todo esto los Romanos y Grlegos; y aunque César llama siempre isla a la Bretaña, hasta los tiempos de Agrícola no se sabía de cierto que lo fuese, como refiere Tácito en la vida de este Emperador.