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los maderos, en cuyo intermedio eran encajadas, asegurándolas de ambas partes en la extremidad con dos clavijas, las cuales, separadas y abrochadas al revés una con otra, consolidaban tanto la obra y eran de tal arte dispuestas, que cuanto más batiese la corriente se apretaban tanto más unas partes con otras. Extendíase por encima la tablazón a lo largo, y cubierto todo con travesaños y zarzos, quedaba formado el piso; con igual industria por la parte inferior del río se plantaban puntales inclinados, y unidos al puente, que a manera de arietes (1) resistían a la fuerza de la corriente; y asimismo palizadas de otros semejantes a la parte arriba del puente a alguna distancia, para que si los bárbaros, con intento de arruinarle, arrojasen troncos de árboles o barcones, se disminuyese la violencia del golpe y no empeciesen al puente.

XVIII. Concluída toda la obra a los diez días que se comenzó a juntar el material, pasa el ejército. César, habiendo puesto buena guarnición a la entrada y salida del puente, va contra los Sucambros. Viénenle al camino embajadores de varias na ciones, pidiéndole la paz y su amistad; responde a todos con agrado, y manda le traigan rehenes. Los Sucambros desde que se principó la construcción del puente, concertada la fuga a persuasión de los Tene(1) César emplea esta expresión, un tanto obscura, perque la extremidad de los puntales, es decir, su cabeza, se apoyaba en el puente, como el ariete cuando golpea la muralla.