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103 los nuestros, entre ellos Pisón el Aquitano, varon fortísimo y de nobilísimo linaje, cuyo abuelo, siendo rey de su nación, logró de nuestro Senado el renombre de amigo. Este tal, acudiendo al socorro de su hermano, cercado de los enemigos, lo libró de sus manos; él, derribado del caballo, que se lo hirieron, mientras pudo se defendió como el más valeroso.

Como rodeado por todas partes, acribillado de he ridas, cayese en tierra y de lejos lo advirtiese su hermano, retirado ya del combate, metiendo espuelas al caballo, se arrojó a los enemigos, y también quedó muerto.

XIII. Después de esta función veía César no ser prudencia dar ya oídos a embajadas, ni escuchar proposiciones de los que dolosamente y con perfidia, tratando de paz, le hacían guerra; aguardar a que se aumentasen las tropas enemigas y volviese su caballería, teníalo por grandísimo desvarío, y atenta la mutabilidad de los Galos, consideraba cuán alto concepto habrían ya formado de los enemigos por un choque solo, y no era bien darles más tiempo para maquinar otras novedades. Tomada esta resolución, y comunicada con los legados y el cuestor. para no atrasar ni un día la batalla, ocurrió felizmente que luego al siguiente, de mañanavinieron a su campo muchos Germanos con sus je fes y ancianos, usando de igual alevosía y ficción, so color de disculparse de haber el día anterior quebrantado la tregua, contra lo acordado y pedido por ellos mismos, como también para tentar si, dando largas, podían conseguir nuevas treguas. Alegróse