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piesen nada; conque, apoderados de todas sus caserías, se sustentaron a costa de ellos lo restante del invierno.

V. Enterado César del caso, y recelando de la ligereza de los Galos, que son inconstantes en sus resoluciones y por lo común noveleros, acordó de no confiarles nada. Tienen los Galos la costumbre de obligar a todo pasajero a que se detenga, quiera o no quiera, y de preguntarle qué ha oído o sabe de nuevo; y a los mercaderes en los pueblos, luego que llegan, los cerca el populacho, importunándolos a que digan de dónde vienen y qué han sabido por allá. Muchas veces, sin más fundamento que tales hablillas y cuentos, toman partido en negocios de la mayor importancia, de que forzosamente han de arrepentirse muy presto, gobernándose por voces vagas, y respondiéndoles los más, a trueque de complacerles, una cosa por otra.

VI. Como César sabía esto, por no dar ocasión a una guerra más peligrosa, parte para el ejército antes de lo que solía. Al llegar halló ser ciertas todas sus sospechas, y que algunas ciudades habían convidado por sus embajadores a los Germanos a dejar el Rhin, asegurándoles que tendrían a punto todo cuanto pidiesen. Los Germanos, en esta confianzaya se iban alargando más y más en sus correrías, hasta entrar por tierras de los Eburones y Condrusos, que son dependientes de Tréveris. César, habiendo convocado a los jefes nacionales, determinó no darse por entendido de lo que sabía, sino queacariciándolos y ganándolos la voluntad y ordenán-