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me determiné de recoger estas preciosas reliquias y sacarlas á luz, corrigiéndolas de muchos vicios que (por haber andado escritas de una mano en muchas) se les habian pegado, para enriquecer con ellas un mundo, por ser tales que henchirán los buenos entendimientos, y él quedará con esto resucitado del olvido, y yo habré cumplido con lo que la ley de amor y amistad me obliga.


De un Autor incógnito.

Canten vuestra eleccion en dulce historia,
Pues habeis vuestro libro dedicado,
Bustamante, al dotisimo Prelado
Del nombre de Guzman ilustre gloria.
Será de eterna fama su memoria,
Pues le habéis tan de punto levantado
Y en lámina de bronce trasladado
Do seguro podrá cantar vitoria.
Los coloquios que trata son divinos,
Y ampáralos la ilustre y santa mano
De un prelado tan sabio y tan discreto.
De amparo tan supremo son muy dignos.
Que siempre les hará el camino llano,
Levantando de punto su concepto.


Soneto al Autor.

¿Quién sube al sacro monte coronado
Con palma y con laurel tan vitorioso?
Bustamante, un prudente religioso
Que al monte con mil honras deja honrado.
En toque de amistad ha bien mostrado
Quilates de su oro tan precioso.
Pues á su muerto amigo tan famoso
De muerte á nueva vida ha trasladado.
Sacó sus obras de tiniebla oscura
Do las habia olvido sepultado,
Y á luz su libro santo y provechoso.
Hoy vemos á los dos en suma altura,
Al muerto á nueva vida levantado,
Y al vivo porque gana lauro honroso.


De Fr. Diego de Requena.

Si el padre á quien buen hijo ha sucedido
Se dice que está vivo, habiendo muerto,
El muerto Hernan Gonzalez vive cierto
Que en un fiel amigo ha revivido.
Que el espíritu que á dos estaba unido
Con el que acá quedó da tal concierto
A sus obras, pues han tomado puerto
Habiendo mil naufragios padecido.
Gonzalez entonó con armonía
Divina cien mil cantos celestiales,
Solo dando con ellos gloria al cielo;
Mas Bustamante, cuyo celo ardia
Por dar este tesoro á los mortales.
Le saca á luz dejando rico el suelo.


De Doña Catalina de Eslava,
sobrina del autor

El sagrado laurel ciña tu frente.
La yedra, el arrabian, trébol y oliva.
Porque (aunque muerto estás) tu fama viva
Y se pueda extender de gente en gente.
El tiempo la conserve, pues consiente
Que el levantado verso suba arriba,
Y en láminas de oro el nombre escriba
Del que no tiene igual de Ocaso á Oriente.
En el carro de Apolo te den gloria,
Digo de aquel Apolo soberano
A quien con tanto amor tan bien serviste:
Y pues él hace eterna la memoria,
Con que muevas mi pluma con tu mano
La gloria alcanzarás que acá nos diste.


De D. Miguel de Cuevas

Un firme, tierno y valeroso amante
De un eslabon de la amistad asido
Nos muestra de la fe con que ha vivido
Una vitoria pública y triunfante.
Y porque más la fama el hecho cante.
En libro imprime su valor crecido
Por un Fernando á quien nos tiene unido
Otro que goza el cielo rutilante.
El uno muere por vivir en gloria,
Y el otro, como voz del muerto amigo,
Canta sus versos en libro de memoria.
Si hay de su vida y obras tal testigo
Y una amistad tan firme es ya notoria,
¿En quién tendrán sus obras más abrigo?


De un Autor incógnito.

Dos almas y una fe firme y constante
Muestran por este libro ser iguales.
La pluma del heroico Hernan Gonzalez
Y el buen celo del Padre Bustamante.
No sé cuál de las dos queda triunfante.
Pues entrambas de honor y amor son tales,
Que ensalzando sus nombres inmortales'
Mi pluma, hacen quq invidiosa cante.
El que nos dió primero esta riqueza
Dejóla en el olvido con su muerte.
Mas este cisne hoy canta su memoria.
Pues si entrambos siguieron esta empresa.
Mostrando un firme amor y un alta suerte,
Bien merecen entrambos lauro y gloria.