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Introduccion.

mezcla de algunas palabras aztecas, y las continuas alusiones á sucesos, lugares ó costumbres del país. A veces puede señalarse fecha aproximada á las composiciones, y de ello resulta que se escribieron entre 1567 y 1599 ó 1600. Coloquios hay que no se conforman con la definicion que de los Autos Sacramentales nos da el Sr. Gonzalez Pedrozo, diciendo que son «obras dramáticas en un acto, en loor del Misterio de la Eucaristía.»[1] Tenemos, en primer lugar, que no todos son precisamente en loor de ese Misterio, y luego, que el III y el XVI no constan de un solo acto, sino que el uno tiene siete jornadas, y el otro dos, que valen por las siete. Así es que hizo bien Eslava en no llamarlos Autos, sino Coloquios Espirituales y Sacramentales, y título que corresponde perfectamente al contenido de la primera parte del volúmen. Conformándose con el uso generalmente admitido en su tiempo, no economizó el autor las figuras alegóricas, que tanto escandalizaban á los críticos del renacimiento ó afrancesamiento de la literatura española, y casi siempre introdujo el personaje del Bobo ó Simple, indispensable entonces, y cuyo principal objeto era provocar la risa del espectador y divertirle, como el mismo Eslava lo declara:

«Sale luego un Simple á caza,»

«No más de para reir.»

Aunque se podrán notar defectos en los Coloquios, y más si se cae en el error de juzgarlos conforme á las reglas del gusto dominante en nuestra época, tampoco será difícil señalar en ellos bellezas que compensen con usura los defectos; y de todas maneras constituyen un monumento muy importante en la historia de la literatura mexicana, ó de la española, que es lo mismo.

Hace más de un siglo que el libro de Eslava era ya sumamente raro. Eguiara no conocia otro ejemplar que el suyo, y yo no logré hallar ninguno hasta el año de 1867 en que vi el que entonces pertenecia al Sr. Pro. D. Agustin Fischer, y después fué vendido en Londres. [2]

El corto tiempo que tuve en mi poder aquel ejemplar no me alcanzó más que para formar un juicio muy superficial de la obra; pe-

  1. Prólogo al tom. LVIII de la Biblioteca de Rivadeneyra, pág. xlv
  2. La venta de la coleccion de dicho señor se hizo por los libreros Puttick y Simpson en los días 1⁰ de Junio y siguientes del año de 1869. El Eslava, aunque picado, alcanzó el precio de doce guineas ($63). Le adquirió el librero Quaritch, del mismo Londres, y al año siguiente le anunció en uno de sus catálogos, al precio de diez y seis guineas. No sé dónde pára hoy.