Página:Coloquios espirituales y sacramentales y poesías sagradas.djvu/294

Esta página ha sido corregida
240
Libro Segundo

Atado en una columna
Muchos azotes me dió,
Escupiéronme en mi cara,
De espinas me coronó,
Que buen Pastor so.
Claváronme pies y manos
Y mi costado me abrió;
Y al cabo la llevaré
Para el cielo do nació,
Que buen Pastor so.


OTRO.


¡Oh qué buen labrador, bueno!
¡Qué buen labrador!

¡Ah! labrador excelente.
Decláranos sabiamente.
Tu labor y tu simiente
¿Qué significa, Señor?
¡Qué buen labrador!
Todos los hombres nacidos
Aperciban los sentidos,
Oiga quien tuviere oidos.
Oirá divino primor.
¡Qué buen labrador!
Salí con mi ser divino
Del Padre do estoy contino,
Y al mundo, manso y benigno
Vine á hacer mi labor.
¡Qué buen labrador!
Vine á quitar la neguilla
Y á dar divina semilla,
Y en la Virgen sin mancilla
La sembró divino amor.
¡Qué buen labrador!
Sembré en el Ángel primero,
Y esta cayó en el sendero
Porque dijo: por mi quiero
Igualarme al Criador.
¡Qué buen labrador!
Y en Adán la sembré yo,
Y esta entre espinas cayó,
Cuando del mando excedió
De su Dios y su Criador.
¡Qué buen labrador!
En los de ley de Escriptura
Sembré el grano de la altura,
Y cayó en la piedra dura.
Porque le faltó el humor.
¡Qué buen labrador!
Viendo cuán mal acudia
Esta labor que hacia,
Acordé por mejor via
De sembrar la ley de amor.
¡Qué buen labrador!
Tomé la Cruz por arado
Do mi cuerpo fué clavado,
Y allí fué el perdón sembrado
Del que á Dios fuese ofensor.
¡Qué buen labrador!
Los bueyes fueron, cristiano,
El ser divino y humano,
Que con amor soberano
Uncí con la Cruz tu amor.
¡Qué buen labrador!
Los clavos que me enclavaron
Son coyundas que me ataron,
Con las cuales te sacaron
De la cárcel del dolor.
¡Qué buen labrador!
La lanza fué el aguijada
Que en mi cuerpo atravesada
Abrió la puerta cerrada
De la gloria al pecador.
¡Qué buen labrador!
El yugo suave y leve
Que al que hace lo que debe
Yo le ayudo á que lo lleve
Y soy premio á su sudor.
¡Qué buen labrador!
De piés y manos atado
Me tienes hombre culpado;
No temas, que ya he trocado
En clemencia mi rigor.
¡Qué buen labrador!
Mi propia vida sembré
Cuando en el sepulcro entré,
Y de allí resucité
En mi virtud y vigor.
¡Qué buen labrador!
Y en aqueste Sacramento
Sembré divino sustento,
Para dar por uno ciento
Al contrito pecador.
¡Qué buen labrador!
Mira, hombre, si te quiero.
Pues mi Cuerpo verdadero
Queda en divino granero
Porque te hartes mejor.
¡Qué buen labrador!