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de la religion christiana.

Aquí finalizó Octavio; y Cecilio y yo quedamos de tal manera admirados, que nos mirabamos uno á otro, sin que pudieramos pronunciar una palabra. De mí sé decir, que no cesaba de admirar, que Octavio, asi con la razon, como con la autoridad y los exemplos, hubiese probado una cosa, que se comprehende mas bien que se explica; y que hubiera vencido á nuestros enemigos con sus propias armas, y demostrado, que era tan ventajoso como facil hallar la verdad.

Mientras yo me entregaba enteramente á estos pensamientos, exclamó Cecilio: Yo doy el parabien con toda mi alma á mi amado Octavio; pero me le doy tambien á mí mismo, y no tengo necesidad de aguardar á que el Juez pronuncie. Entrambos hemos vencido; porque tambien á mí se me debe atribuir el honor de la victoria; pues si Octavio es mi vencedor, yo soy, vencedor del error. Ya me teneis conforme con vosotros en todo lo que pertenece al fondo de la question reconozco la Providencia, creo en Dios, y estoy convencido de la verdad de vuestra Religion, que desde este punto es ya la mia.

Algunas dificultades particulares, que me quedan, no son de tanta entidad, que me impidan abrir los ojos á la verdad; sin embargo espero que ma ñana me las destruiréis enteramente, pues por ahora nos lo estorva la noche, que va entrando.

Me huelgo por todos los Christianos, dixe