temeis escucharnos. Sin embargo el número de los Christianos se aumenta considerablemente de cada dia; y esto no es ningun crímen, que se nos pueda imputar, sino una preocupacion favorable: quanto mas que una de las prerogativas de la virtud, es conservar siempre sus sequaces, y adquirir incesantemente nuevos partidarios. No es cierto, que nos damos á conocer por medio de algunas señas exteriores del cuerpo, sino por la inocencia y la modestia. Nos amamos todos mu`tuamente, y á nadie sabemos aborrecer: nos llamamos hermanos, porque un mismo Dios es nuestro padre; profesamos todos una misma fe, y todos somos herederos de unas mismas esperan zas. Vosotros, por el contrario, no os conoceis, ó lo que es peor todavía, novos coneceis sino para aborreceros: solamente os considerais como hermanos en vuestros parricidios.: Creeis tambien, que nosotros no tenemos templos, ni altares, porque queremos ocultar lo que adorámos. Venid acá: ¿por qué hemos de pre—tender trazar la imagen de la Divinidad? ¿No es el hombre su imagen? ¿Y por qué hemos de encerrar á la Divinidad dentro de las paredes —de un templo, quando sabemos que ni el mundo entero, su obra, podria contenerla?.... No es mejor erigirle un templo en nuestra alma, y consagrarle un altar en nuestro corazon? ¿Seré yo tan loco, que le ofrezca hostias y víctimas, que él ha criado para mi uso? No por cierto:
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Coleccion de apologistas
