disuadir á los hombres de que abrazen nuestra Religion.... Tambien aquí podriamos redargüir á nuestros acusadores. Porque sin hablar de los Persas que se casan con sus madres, ni de los Atenienses y Egipcios, que se casan con sus hermanas, ahí están, sin ir mas lejos, vuestras historias y vuestras tragedias, que veis y ois con tanto gusto; las quales están llenas de incestos, de que se glorian vuestros heroes. Mas no es extraño que estos excesos sean comunes entre vosotros, si teneis à vuestros mismos Dioses por cómplices y por modelos.
Nosotros ponemos mayor cuidado en ser castos, que en parecerlo: no tenemos mas que una muger, ó ninguna; no nos casámos sino por tener hijos; somos tan sobrios como castos; y entre nosotros la gravedad templa siempre la alegria de la mesa. Muchos guardan la virginidad por todo el espacio de su vida, y no por eso se envanecen. Finalmente, estámos tan lejos de todo lo que huele á incesto, que hay muchos, que aun se avergüenzan de disfrutar de los placeres legítimos.
Por lo que respeta á los honores y á la púrpura, no porque reusemos estas cosas, se ha de decir que somos de las hezes del pueblo. Tampoco somos sediciosos, porque así congregados, como separados, profesamos la misma sumision, y somos igualmente pacíficos. No queremos hablar en presencia vuestra, porque vemos que os avergonzais, y que