mos; como si aquella cobarde mentira lo purgase de todos los crímenes que habia cometido segun nuestras preocupaciones. Ya veis, pues, que nosotros pensabamos y obrabamos, como voso tros pensais y obrais ahora ; pero, si. hubieramos seguido los consejos de la razon, no hubiesemos hecho que los Christianos detęstasen la Religion que profesaban, sino solamente que confesasen los delitos que se les imputaban, en caso de ser ciertos.
Mas ¡ah! que no dabamos oidos sino a las sugestiones de los Demonios, que andan esparciendo por todas partes estos rumores calumniosos contra los Christianos, para que lleguen á ser la exêcracion de los pueblos. O vanos es fuerzos! Todas esas fantasmas de la impostura (desaparecen en presencia de la verdad; y esas abominaciones, que atribuis osadamente á los hombres mas castos y mas honestos, ni aun se atendrán por posibles, sino es que hallemos exem—plos entre vosotros: porque el pudor ni siquiera nos permite oir hablar de ellas, y prohibe, que —nos justifiquemos mas por extenso, 107: Quando nos imputais que adorámos á un criiminal y su cruz, quán lejos estais de la verdad! Porque pensais que un criminal ha sido merecedor de que lo adoren] los Christianos, y que un hombre terreno ha sido tenido por un Dios. ¡Des_graciados los que ponen su confianza en un hombre mortal! los quales todo lo pierden, quando