medios, seducir á los hombres, y extender el imperio de la idolatría; animan las estatuas, habitan los templos, hacen que las entrañas de las víctimas palpiten, algunas veces dirigen el vuelo de los paxaros, presiden á la suerte, y profrumpen en oráculos obscuros y engañosos: en una palabra, engañan, y son al mismo tiempo enganados. No tienen de contínuo otra ocupación, que la de atormentar ó seducir, penetran algunas veces en el cuerpo, ocasionan distintas enfermedades, llenan de terror al alma, y aparentan esos pretendidos prodigios tan celebrados. Muchos de vosotros saben; que los Demonios convienen en todo esto que yo digo. Ese Saturno, ese Sérapis, ese Júpiter, objetos de vuestra adoracion, confiesan á instancias nuestras lo que son en la reaHdad; y no era regular que mintiesen en presencia vuestra, con el fin de perder su crédito entre vosotros. Todos los dias estais viendo, que conjurados por los Christianos en nombre del solo. Dios verdadero, salen temblando de los cuerpos que poseen.
Esto supuesto, no es maravilla que nos. tengan un odio mortal, y que procuren sembrar en todos los corazones el aborrecimiento del nombre Christiano. Lo cierto es, que previenen todos los espíritus contra nosotros, para que de este modo seamos aborrecidos, aun antes que nos puedan conocer, y no llegue el caso de que sigan nuestro exemplo, si nos conocen ó por lo