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Coleccion de apologistas

del mes; los astros, que arreglan la navegacion, el tiempo de la labor, y de la cosecha; esa succesion jamás interrumpida de la luz y de las tinieblas, que le señala al hombre el tiempo del trabajo y del descanso: todas estas maravillas, en una palabra, que no pueden estudiarse, ní comprehenderse sino á duras penas, į pueden, pregunto, dexar de ser obra de la razon y de la inteligencia? ¿Qué diré yo de esa vicisitud perpetua é inalterable de las estaciones, tan necesaria para todas las producciones de la tierra; de la primavera con sus flores, del estío con sus mieses, del otoño con sus frutos, del invierno con sus olivas? ¿No anuncia todo esto una Providencia tan sábia como benéfica? Y no digo nada de la particular atencion que ha puesto en la division y orden de las estaciones; pues ha hecho que la primavera succediese al invierno, y el otoño al estio; para que de este modo, en vez de pasar repentinamente de los hielos del uno á los ardores del otro, y al contrario, fuesemos conducidos por grados casi insensibles.

Pon los ojos en el mar, y verás, que la ley que lo contiene dentro de su madre, está escrita sobre la ribera: mira los árboles, que hallan su alimento en las entrañas de la tierra: considera el fluxo y refluxo del Occéano, las fuentes y los riachuelos distribuidos como otras tantas venas sobre la tierra para regarla; los ríos que corren sin interrupcion; la tierra repartida con tan-