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debes unirte conmigo, para borrar con la fuerza de la verdad las tachas, con que se ha querido afear nuestro nombre. No quiero disimular ante todas cosas, que el discurso de nuestro amigo me ha parecido tan vago y tan ambiguo, que podria dudarse, si su eloqüencia era defectuosa, ó si era conseqüencia natural del error: porque habiendo manifestado al principio, que creía la existencia de los Dioses, la ha puesto despues en duda; de suerte que la movilidad de sus aserciones no me permite oponerle respuestas ciertas. Estoy muy distante de tachar á Cecilio de artificioso, porque su candor lo pone á cubierto de una sospecha semejante: pero así como, el que no sabe quál es el camino recto, se halla embarazado, si encuentra muchos, y ni puede determinarse á seguir uno, ni puede tampoco seguirlos todos; del mismo modo, el que no conoce con seguridad la verdad, quanto mas opiniones diferentes se presentan á su imaginacion, tanto mas perplexo se halla é indeciso. No es, pues, de admirar, que Cecilio se halle tan ambiguo y tan incierto, y se contradiga á sí mismo. Yo espero, solamente con el favor de la verdad, que le voy á poner delante de los ojos, que destruiré todo quanto ha sentado, y lo fixaré para siempre en una opinion, dando de este modo fin á sus agitaciones, á sus dudas y á sus errores.

Y puesto que mi hermano ha dado á entender, que no podia ver sin cólera y sin indigna-