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de la religion christiana.

sotros no os coronais de flores, no os perfumais, y reservais los perfumes para vuestras funerales: haceis escrúpulos de arrojar flores sobre los sepulcros: estais pálidos, trémulos, y sois finalmentė dignos de la compasion de nuestros Dioses. No no resucitaréis; y haced cuenta de que ni siquie+ ra vivis ahora.

Si todavía conservais el juicio y el pudor, dexaos de observar los ciclos, y no pretendais adi vinar los secretos y destinos del mundo: los hombres ignorantes, groseros y rústicos bastante tienen en que entender con solo mirar á sus pies: quanto mas que aquellos hombres, á quienes no es dado entender en los negocios de la vida civil, ¿cómo es posible, que discurran con tino acerca de las cosas divinas? Si teneis, pues, tanto deseo de filosofar, haced por imitar á Sócratés, modelo de sabiduría; el qual, siempre que se le preguntaba acerca de las cosas celestes, lo que está sobre nosotros, respondia, no nos interesa. Por tanto el Oráculo lo declaró por el mas sabio de todos los hombres; y no porque hubiera llegado á saberlo todo, sino porque habia apren dido, que no sabía nada. La suma sabiduría del hombre es la conviccion de su ignorancia propia.

Este es el principio que dió origen á las dis tintas sectas de los Académicos, cuya profesion los obliga á dudar aun en las mayores qüestiones: que es el partido mas seguro para los igno-

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