cruz tambien en que murió. Este es propiamente el altar que les conviene, y aquel el Dios que merecen adorar. ¿Y qué dirémos de ese niño cubierto de arina, á quien arrebatan y degüellan, y; cuya sangre beben? ¿Qué, de ese festin bárbaro, á que asisten los parientes mas inmediatos, y se hallán confusamente las personas de todas edades y sexôs? ¿Qué, de aquel perro, que apaga la luz en sus asambleas, y de las abominaciones, que se cometen en ellas? Porque todo esto y mucho mas se sabe. Dirémos, pues, que si no son todos efectivamente incestuosos, lo son por lo menos en su conciencia.
Paso muchas cosas en silencio; pero el misterio que ellos aparentan en todas sus prácticas, es una prueba mas que suficiente de la verdad de todos estos rumores, ó por lo menos de la mayor parte. Porque, qualquiera que sea el objeto de su culto, ¿qué motivo tienen para ocultarlo tan misteriosamente? Todo lo que en sí es bueno, apetece la luz del día; solamente el crímen va siempre en busca de las tinieblas.: ¿Y por qué, pregunto, no tienen templos, altares, ni imágenes conocidas? ¿Por qué no hablan abiertamente, y se juntan con libertad? Sin duda porque lo que adoran será digno de castigo, ó vergonzoso. Pero al fin ¿quién es ese Dios?
¿En dónde está? ¿De dónde proviene ese Dios único, solitário, abandonado, que ninguna Nacion libre, ni aun la supersticion Romana ha