acerca de la naturaleza del Sér Supremo, quando se sabe, que todas las escuelas de los Filósofos han disputado hasta ahora sobre este asunto, y todavía no se han convenido: porque la flaqueza humana está tan lejos de poder elevarse hasta la Divinidad, que ni siquiera nos es dado conocerla, ni permitido tampoco investigarla: y mas, que sería una impiedad, que profanasemos lo que está en el cielo sobre nuestras cabezas, ó lo que está debaxo de nuestros pies en las entrañas de la tierra. Tengamonos por bastante felices y por bastante sábios, si segun el consejo de aquel antiguo oráculo, llegamos á conocernos á nosotros mismos.
Pero ya que no sepamos contenernos dentro del estrecho círculo, en que giramos; ya que hayamos sido arrojados à la tierra, é intentemos locamente volar hasta mas allá de los astros; por lo menos no nos forjemos fantasmas engañosas y temibles. Que los elementos de todos los seres se reuniesen por su propia virtud en el principio, y su concurso fortúito formase el mundo tal, qual le vemos; ¿qué necesidad hay, para que renozcamos á un Dios por Autor, ó por Arquitecto? Que el fuego encendiese los astros; que el cielo se suspendiese por sí mismo; que la tierra se asegurase por su propio peso; que las aguas, por su inclinacion natural, se precipitasen en el mar; ¿para qué esa nueva Religion, ese espantajo, esa