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Coleccion de apologistas

en medio, no por ceremonia, ni por honrarme tampoco, sino para que como árbitro los pudiera oir mejor, y para que de este modo estuvieran separados los combatientes. Porque por lo demás, sabida cosa es que entre amigos no hay distincion; y que la amistad nos halla, ó por lo menos nos hace á todos iguales.

Cecilio comenzó de esta manera. Hermano mio, me dixo á mí, aunque tú has tomado ya partido acerca del objeto de nuestra disputa, pues nos abandonaste, y te pasaste á los reales del enemigo; debes sin embargo, como Juez íntegro, mantener la balanza tan igual, que se conozca que tu juicio definitivo ha sido dictado por la fuerza de nuestras razones, y nó por tu particular modo de pensar.

Si te desnudas de toda preocupacion, continuó dirigiendo su discurso á Octavio, no me será dificil demostrarte, que en las cosas humanas todo es dudoso, incierto, problemático; y que nosotros podemos á lo sumo arrivar á la verisimilitud, pero de ningun modo á la verdad. Por eso me admira que haya hombres, que cediendo á la fuerza de la desidia y del enojo, abrazen ciegamente la primera opinion, que se les presenta, en vez de armarse de un valor obstinado para investigar la verdad, examinarla y profundizarla. Pero todavía es mas doloroso y reprehensible, que los ignorantes y los mas zafios artesanos se desconozcan, y pretendan decidir