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AL RIO DE LA PLATA.

resistiendo D. Francisco de Mendoza, creció el odio de suerte que, habiéndose alzado Abreu con el gobierno, hizo matar á Mendoza.


CAPITULO L.
Diego de Abreu se opone al general, y el autor recibe carta de Alemania.

No contento Abreu con esta maldad, tumultuó la provincia, ciudad y presidio de la Asumpcion, y trataba de enviar gente contra nosotros que ibamos acercándonos con nuestro general. Pero Abreu no quiso abrirle las puertas, ni entregarle la ciudad, ni reconocerle por superior.

Viendo el general tan declarada rebelion, sitió la ciudad con todas sus fuerzas, cercándola toda, y advirtiéndole que iba de veras: los soldados de la plaza cada dia se venian á nuestro campo, pidiendo perdon al general; con lo cual conoció Diego de Abreu que no podia fiarse de su gente, y temiendo que de noche le cogiésemos, ó que la ciudad se entregase por tratos[1] (lo cual sucederia), con acuerdo de cincuenta de sus íntimos compañeros y amigos, la desamparó, y se entregó al general. Al instante que salió de ella, pidiéronle todos perdon, que concedió francamente.

Abreu, con los 50 cristianos que le seguian, se desvió 30 leguas de la plaza, donde no podíamos hacerle daño, y él nos lo hacia desde cualquier parte. Duró dos años esta guerra, sin vivir seguro el general ni Abreu, porque este andaba con los suyos, vagando como salteadores de caminos, no omitiendo ocasion de maltratarnos. Viendo el general la falta de sosiego, determinó concordarse con Abreu, proponiendo casar sus dos hijas con Alonso Riquelme y Francisco de Vergara, parientes de Abreu, el cual aceptó el partido. Y ejecutados los casamientos con varios pactos, cesaron las inquietudes.

En este tiempo, dia de Santiago de 1552, recibí, por mano de


  1. Herrera, Decada 7, lib. 10, cap. 15, fol. 236. Decada 8, lib. 2, cap. 17, fol. 43.