visto por los indios, huyeron á meterse en su pueblo, á media legua de allí. Seguímoslos con tanta prisa, que casi al mismo tiempo llegamos al pueblo Hieruquizaba, al cual sitiamos, sin que ninguno pudiera entrar ni salir: usamos despues de los escudos de huanaco y segures, como queda dicho, y aquella tarde entramos al pueblo, dando muerte á muchos indios, y reservando sus mugeres é hijos para cautivos, como habia mandado el general. Muchos indios escaparon huyendo, y los amigos Yapirús consiguieron el despojo de 1,000 cabezas de sus enemigos.
Despues vinieron los Cários huidos, con su cacique, pidiendo perdon al general, y que se les restituyesen sus mugeres é hijos, ofreciendo la obediencia, y servir como antes: y el general les perdonó.
Y perseveraron despues firmes en nuestro servicio, todo el tiempo que estuve yo en aquella provincia. Duró esta guerra medio año, desde 1546.
Acabada la guerra, se volvió el general con la gente en las naves á la Asumpcion, y descansamos dos años enteros, sin que en tanto tiempo viniese navio de España; y por no estar ocioso el general, propuso á los soldados si tendrian á bien que entrase la tierra adentro con alguna gente. Todos convinieron en lo que decia, y separó 350 españoles, á los que ofreció, si iban con él, juntarles indios y cuidarles de vestidos, caballos y lo demas necesario. Alegres todos, admitieron la oferta: llamó á los Cários, y preguntóles si querian ir con él 2,000? Y al punto se ofrecieron á servirle como estaban obligados.
Pasados dos meses, salió nuestro general el año 1548, subiendo el rio Paraguay con siete bergantines y doscientas canoas. La gente que no cupo en las náos, fué por tierra, con 130 caballos, y se volvió á juntar cerca del alto y redondo monte de San Fernando,