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AL RIO DE LA PLATA.

Subimos por el rio Paraguay con los 500 cristianos[1] y los 2,000 indios: los Cários tenian 83 canoas, nosotros 9 bergantines, y en cada uno iban dos caballos, que hasta que llegamos al monte de San Fernando. Por espacio de 100 leguas fueron por tierra, y los embarcamos y proseguimos el viage hasta los Payaguás, que huyeron con sus mugeres é hijos, quemando antes sus casas. Anduvimos 100 leguas sin encontrar pueblo alguno de indios: y finalmente, llegamos á los indios Guajarapos, que se mantienen de pesca y caza, y habitan en una larga provincia de 100 leguas; tienen tan gran número de canoas, que no se puede decir. Las indias andan tapadas de la cintura á la rodilla, y por no haber querido oir nuestras pláticas, pasamos á otra nacion llamada Sococies, que nos recibieron de paz, y estaba 90 leguas de los Guajarapos. Cada uno de estos Sococies vive en propia y particular casa, con su muger é hijos. Los indios traen una bolilla de palo pendiente de las orejas. Las indias, de los labios un cristal azul, de un dedo: son hermosas, y andan desnudas. Tienen en abundancia maiz, mandioca, mandubí, batatas, peces y caza, y es nacion muy populosa.

Procuró el Adelantado informarse de la nacion de los Carcaráes, y de los Cários: pero los indios no sabian nada de aquella; y de esta decian que estaban con ellos, siendo mentira. Con esto mandó que nos previniésemos para entrar en la provincia, aunque veia el poco provecho que se nos seguia, porque no era hombre para tanta empresa, y le aborrecian todos los capitanes y soldados, tanto como él era perezoso, y poco piadoso con los soldados[2]. Caminamos 18 dias, y no vimos ni á los Cários ni á otros indios, y faltándonos la comida, fué preciso volver al puerto de los Reyes, dando antes órden á Francisco de Rivera, que con otros diez soldados, pasase adelante, y que, no hallando gente á los diez dias de camino, se volviesen á las naves donde los esperábamos.[3] Hallaron estos una nacion populosa, con gran abundancia de maiz, mandioca,[4] y otras


  1. Eran 400 arcabuceros y ballesteros. Los bergantines 10, las canoas 120. Cabeza de Vaca, cap. 44, fol. 33, que refiere en los capitulos siguientes este descubrimiento.
  2. En pocos meses descubrió la tierra, que en doce años habia padecido tantos daños por los intrusos gobernadores, sin cuidar de su descubrimiento: tratando inicuamente no solo á los indios, sino á los españoles, que se querellaron á Cabeza de Vaca, á quien los oficiales reales procuraron echar de la tierra, valiéndose de los frailes, porque los prendió como dioses, cap. 41, fol. 32 de sus comentários.
  3. Francisco Rivera se ofreció á proseguir con 6 soldados y 5 indios, y se permitieron. Cabeza de Vaca, cap. 76, fol. 51. Fué y volvió, refiriendo lo que dice el mismo Cabeza de Vaca, cap. 69 y 70, fol. 4, vuelta 5. Herrera, cap. 17, fol. 128 y 198.
  4. Mandeoch ó mandioca es el cazave. Cabeza de Vaca, cap. 54. fol. 42, cuyas especies son muchas, y sus nombres trae Vasconcelos, Crónica del Brasil, cap. 2, núm. 73, fol. 150 y 160.