rá abusar del poder que les compete, y para satisfacer sus pasiones. Sin embargo, ¿cómo puede existir la verdadera felicidad sin el conocimiento de Dios? Esa vana sombra de felicidad, semejante á un sueño ligero, se desvanece antes que pueda tocarse. Demos que seas Rey; no importas porque por lo menos temes tanto, como eres temidos y por numeroso que sea tu séquito , te hallarás solo en el peligro. Demos que seas rico; pero ¿qué confianza puedes tener en la fortuna ? Además de que, unos preparativos tan grandes para el corto viage de la vida, no son socorro, sino embarazo. Te glorías de tu púrpura y de tus fasces: gloria frívola, de que debieras avergonzarte, teniendo el alma manchada. Estás orgulloso con tu nobleza, encareces tus antepasados; pero todos somos iguales por naturaleza, y solamente la virtud nos distingue. Con razon, pues, los Christíanos, que no hacen gloria sino de su vida y de sus costumbres, huyen de vuestros placeres y de vuestros espectáculos, porque conocen su origen, su peligro y su corrupcion (a[1]). Los Christianos, muy diferentes de los Paganos tambien en esta parte, celebran sus funerales con aquella misma modestia, que los carac
- ↑ Pasamos por alto algunas particularidades acerca de los espectáculos y sacrificios de los Paganos, cuyo fondo se halla ya en el Apologético de Tertuliano.