destinos, y cuantos los codiciaban, se formó naturalmente lazo solidario, apretado por la expoliación de los derechos del Almirante y la repartición de sus despojos.
Vanamente al saber D. Cristóbal que, á pretexto de atender á las necesidades religiosas de la isla Española, se trataba de crear arzobispado con dos sufragáneos, rogó se detuvieran las nominaciones hasta la llegada de las propuestas; con desdeñoso silencio se le dio á entender el caso que se hacia de sus reclamaciones.
Quedaban, pues, afianzados de otro modo los hilos de la trama de D. Fernando con esta poderosa organización, influida en los más insignificantes pormenores por su voluntad, permitiéndole acometer á la víctima por el flanco de la inanición, que antes encontró fortalecido. El sistema ahora se dirigió á privar insensiblemente al descubridor del libre ejercicio y aun del título de su virreinado, sin necesidad de modificar el texto de las capitulaciones solemnemente suscritas y selladas. Los dictados de almirante y gobernador podían dejársele sin inconveniente, pues que sólo al primero, impuesto por la energía de Colón contra la resistencia del