omitió en el cuidado de elección de agentes; por Comandante militar se puso á sus órdenes á Pedro Margarit, que había de dar á los soldados el ejemplo de la indisciplina y la deserción; por Vicario apostólico al benedictino Bernardo Buil, sin empacho en alcanzar el cargo, por sustitución que hizo sacrilegamente el Rey en el nombre del celoso Franciscano que había designado Su Santidad, y esto para que el P. Buil impulsara á los descontentos y los rebeldes, y se uniera á los fugitivos; por Delegado de Hacienda iba Bernal Díaz, llevando fraguada la conspiración antes de embarcarse, y al mismo tenor los subalternos, cuya audacia activaría la certeza de la impunidad, acrecentando su rencor la rectitud del Virrey, incapaz de tolerar fraudes, simulaciones y enjuagues.
A vuelta de este viaje se multiplicó la tropa de los detractores con el contingente dado por las familias de los hidalgos, cuya pereza, desvergüenza y rapiña había refrenado el Almirante. Lejos de conmover la opinión la gloria de los nuevos descubrimientos, no se oían más que imprecaciones contra la dilapidación de las rentas del reino en empre-