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COLÓN

de ánimo, por sobra de respeto ha sido á la que bosquejó la mano misma del Almirante.

De este esbozo no habla palabra el Conde en las verdaderas historias de Colón, con haber sido su compatriota; el arqueólogo M. Jal, el que dio noticia203 de haberlo hallado en el archivo de la municipalidad de Génova. Tal vez no le agradara el comentario así escrito:

«Lo que el grande hombre quiso consagrar en el dibujo, fué su gloria: satisfecho de sí mismo, trazó el triunfo con la pluma con que en el pie de una carta á Nicolo, acababa de escribir los títulos honrosos acordados por los Reyes Fernando é Isabel, vanidad disculpable en el valeroso marino que había dotado á España con un mundo.»

En medio de la composición está el héroe sentado en un carro, cuyas ruedas, de paletas, hieren las aguas del mar, pobladas de monstruos que representan la envidia y la ignorancia, medio ocultos. Al lado de Colón, la Providencia; ante el carro, impulsándolo, la constancia y la tolerancia; por detrás lo empuja la religión cristiana, flotando en el aire la victoria, la esperanza y la fama. Colón esperaba que el boceto fuera desarrolla-