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COLÓN

el señor Arzobispo pronunciaba el panegírico de el Amplificador de la Creación.

Empiezan, pues, á satisfacerse las aspiraciones del Postulador; ya tiene en alguna parte culto el primer Almirante de las Indias, aunque bien considerado, lo tiene hace tiempo en Santo Domingo, pues no por sólo el criterio del Conde de Roselly, sino también por el de Mons. Roque Cocchia, es sabido que la gente que acude en romería á la ermita del Santo Cerro, donde en otro tiempo estuvo la cruz milagrosa plantada por el Descubridor, venera la memoria de Colón,190 con lo cual vienen á evidenciarse los progresos religiosos hechos por el pueblo dominicano en este siglo descreído, bajo la dirección de tan digno pastor, comparándolos con la actitud y disposición recalcitrante con que por los años de 1540 rechazaba esos mismos huesos que ahora sublima, atendiendo á que «por haber impedido el fraude y la rapiña, exigido respeto á la religión, y defendido contra la barbarie y la avaricia de los hidalgos baladrones á los infelices indígenas, era tal la reputación del Descubridor que, aun construyendo iglesias y hospitales, se hubiera dicho que hacía cuevas de ladrones.»191