fuese pecado; de la manera que, sin culpa de los mismos Reyes, y sin su voluntad y mandado, ó por ignorancia ó por malicia, violando la orden del derecho y justicia, permitió que Bobadilla lo prendiese, aprisionase, despojase de la dignidad y estado y hacienda que poseía y al cabo desterrase á él y á sus hermanos. Y lo que más se debe notar es, que no paró en él ni en ellos la penalidad, sino que ha comprendido hasta la tercera generación en sus sucesores...»129
Admite, pues, de nuevo la intervención de la Divina Providencia por caminos apartados de los que busca el Conde de Roselly, y defendiendo la intención sana de los Reyes, queda, sin embargo, muy atrás de la que hace inconscientemente el Postulador, á pesar de la riqueza de adjetivos sonoros adjudicados al soberano aragonés.
«El atentado cometido por Fernando contra la personalidad de Colón, expone, acrimina igualmente á Felipe I, su yerno; á Carlos V, su nieto, continuadores en la perpretación del delito, y que por cómplices sucesivos tuvieron á Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Carlos II, llegando la tradición á regla de familia tan fija, que cambiada la