late. Y lo toman como desayuno, como almuerzo y como cena.
De las mil y una manera de confeccionarlo, la empleada en nuestro convento, ha dado á esta bebida un mérito tradicional.
Héla aquí:
Se pone una onza de chocolate previamente rallado, en cada taza, y se la llena con el agua ó leche en que éste haya de hacerse. Se vácia en la chocolatera, y se pone al fuego, removiendo sin cesar con el batidor para mezclarlo.
Cuando comience á hervir, se quita del fuego; se bate durante dos minutos, y se le vuelve al fuego, batiendo y removiéndolo siempre.
Cuando con el segundo hervor haya subido hasta el borde del recipiente, se le quita del fuego otra vez; se le bate durante otros dos minutos y se le vuelve al fuego aún. Y cuando, subiendo aún, dé el tercer hervor, se le quita del fuego, se bate y se sirve, si posible es en