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Piensa, Luis, que has escrito un sacrilegio;
Antes de estudiar tú literatura,
¿La hubieras enseñado en un colegio?

No se educan los pueblos en la altura;
Se educan en la ley, en el trabajo,
Y á veces en el hambre y la amargura.

Recuerda bien la fábula del grajo,
Y piensa que el orgullo es más odioso
Cuanto tiene su origen más abajo.

Por eso yo, que verle poderoso
Y opulento y feliz y libre ansío.
Confundiendo en el suyo mi reposo;

En vez de alimentar su desvarío
Al espejo le asomo de su historia,
Y le maltrato por su bien y el mio.

Hijo del pueblo soy, lo tengo á gloria;
Pero ántes que el imperio de la plebe
Alcance aquí su bárbara victoria,

¡Venga un diluvio, y en sus ondas lleve
La vida y la esperanza y la memoria
De este bendito siglo diez y nueve!