pueden admirar, y que efectivamente admiran, la belleza del color de sus compañeros. Convendrían en que, aunque llegan á expresar en sus gritos á otros monos algunas de sus percepciones ó de sus más simples necesidades, nunca les ha pasado por la cabeza la noción de expresar ideas definidas con sonidos determinados. Podrían afirmar que están prontos á ayudar á sus compañeros del mismo grupo, de diversas maneras, hasta arriesgando su vida por ellos, y encargándose de sus huérfanos; pero se verían obligados á reconocer que está muy lejos de su comprensión ese amor desinteresado para todas las criaturas vivientes, que constituye el más noble atributo del hombre.
Sin embargo, por considerable que sea la diferencia entre el espíritu del hombre y el de los animales más elevados, redúcese tan sólo á una diferencia de grado y no de especie. Hemos visto que ciertos sentimientos é intuiciones, diversas emociones y facultades tales como la amistad, la memoria, la atencion, la curiosidad, la imitacion, el raciocinio, etc., de que el hombre se enorgullece, pueden observarse en un estado naciente, y aun algunas veces bastante desarrollado, en los animales inferiores. Son tambien susceptibles de algunos perfeccionamientos hereditarios, conforme lo prueba la comparacion de un perro doméstico con un lobo ó un chacal. Si se quiere sostener que ciertas facultades, como la conciencia de sí mismo, la abstraccion, son peculiares al hombre, es fácil tambien que sean resultados accesorios de otras facultades intelectuales muy adelantadas, que, á su vez, dimanen principalmente del uso contínuo de un lenguaje que haya alcanzado un alto grado de desarrollo. ¿A qué edad adquiere el niño recien-nacido la facultad de abstraccion, ó empieza á tener conciencia de sí mismo, y