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carlos r. darwin.

ños absolutos de nuestros pensamientos y «no soñar de nuevo, ni aun en nuestro fuero interno, en los pecados que han hecho agradable nuestro pasado» segun dice Tennyson. Todo lo que familiariza el espíritu con una mala accion, hace mucho más fácil su ejecucion; y como dijo Marco Aurelio há ya algunos siglos: «Segun sean tus pensamientos ordinarios, así será el carácter de tu espíritu; porque el alma es el reflejo de los pensamientos.»

Nuestro gran filósofo, Herperto Spencer, ha emitido recientemente su opinion sobre el sentimiento moral diciendo: «Creo que las experiencias de utilidad, organizadas y fortalecidas á través de todas las generaciones pasadas de la raza humana, han producido modificaciones correspondientes, que, por transmision y acumulacion contínuas, han llegado á convertirse para nosotros en ciertas facultades de intuicion moral, en ciertas emociones correspondientes á una conducta justa ó falsa, que no tienen ninguna base aparente en las experiencias de utilidad individual.» A mi modo de ver no ofrece la menor improbabilidad el hecho de que las tendencias virtuosas sean hereditarias, con mayor ó menor fuerza; porque, sin mencionar las disposiciones y hábitos variados transmitidos en muchos animales domésticos, he oido hablar de casos en que la inclinacion al robo y á la mentira parecen existir en familias que acupan una posicion desahogada, y como el robo es un crímen muy raro entre las clases acomodadas, es difícil atribuir á una coincidencia accidental la manifestacion de la misma tendencia en dos ó tres miembros de una familia. Si son transmisibles las malas inclinaciones, es probable que pase lo mismo con las buenas. Sólo por el principio de la transmision de las tendencias morales, podemos darnos cuenta