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carlos r. darwin.

derancia de los instintos sociales ó materiales sobre los demás, porque se ejecutan harto instantáneamente para que haya tiempo de deliberar; ni tampoco las dicta un sentimiento de placer ó de pena, aunque su no realizacion causa disgusto.

Algunos afirman que los actos realizados bajo la influencia de causas impulsivas como las precedentes, no entran en el dominio del sentido moral, ni pueden por lo tanto llamarse morales. Los que tal dicen limitan esta calificacion á los actos realizados con propósito deliberado, después de un triunfo sobre los deseos contrarios, ó determinados por elevados motivos. Pero es imposible trazar una línea divisoria de este género, por mas que pueda ser real la distincion. Si se trata de motivos de exaltacion, se pueden citar numerosos ejemplos de bárbaros, privados de todo sentimiento amistoso hácia la humanidad, que sin dejarse guiar tampoco por ninguna pasion religiosa, han preferido sacrificar heróicamente su vida á hacer traicion á sus compañeros; esta conducta debe considerarse indudablemente moral. En lo que respecta á la deliberacion, y á la victoria sobre los deseos contrarios, podemos ver cómo fluctúan muchos animales entre instintos opuestos, como cuando acuden al socorro de su progenie ó al de sus semejantes en peligro; y, con todo, sus acciones, aunque practicadas en beneficio de otros individuos, no son nunca calificadas de morales. Más aun; todo acto repetido con frecuencia acaba por realizarse sin dudas ni deliberaciones, y entonces no se diferencia de un instinto; y á pesar de esto nadie se atreverá á decir que el acto deja entonces de ser moral. Xo pudiendo distinguir los motivos que para ellas median, nosotros consideramos todas las acciones de cierta clase como morales, cuando las lleva á cabo un sér moral, dado