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variablemente á la hembra, y por un motivo fácil de comprender, ya que los óvulos, aun cuando se desprenden antes de ser fecundados, son de más difícil transporte que el elemento macho, por su mayor tamaño. Obligados á emitir de este modo su elemento fecundante los machos de los animales adheridos á un sitio fijo, es natural que sus descendientes, elevándose en la série y llegando á ser móviles, hayan conservado la misma costumbre y se aproximen á la hembra, para que el producto fecundante no esté expuesto á los azares de un largo viaje á través del agua del mar. En cuanto á las formas cuyos antecesores primitivos no estaban adheridos á un lugar fijo, sino libres, es difícil comprender por qué los machos han adquirido la invariable costumbre de buscar á las hembras, y no estas á los machos. Pero, en todos los casos, ha sido preciso que para ello hayan estado dotados de fuertes pasiones, cuya adquisicion resultaria naturalmente del hecho de que los más solícitos y apasionados dejarian mayor número de descendientes, que los que lo fuesen ménos.

Para comprender de qué manera ha podido obrar la seleccion sexual produciendo en el transcurso del tiempo resultados tan considerables en animales de todas clases, es necesario tener presente las leyes que presiden á la transmision hereditaria de los caractéres.

Pueden estas reducirse á las siguientes: Herencia en los períodos correspondientes de la vida.—Esta tendencia está plenamente confirmada. Si aparece un carácter nuevo en un animal jóven, ya persista durante toda su vida, ya tenga sólo una duracion transitoria, reaparecerá por regla general, en sus descendientes, á la misma edad y de la misma manera. Si, por otra parte, aparece un carácter nuevo en el individuo adulto, ó aun en su edad avanzada, tenderá á reaparecer en la prole á la misma avanzada edad. Cuando esta ley presenta desviaciones, los caractéres transmitidos adelantan más frecuentemente su aparicion que la retrasan.

Herencia en las estaciones correspondientes del año.—